sábado, 13 de abril de 2013

“Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.” (Santiago 5:16 NTV)

La gente no va a la guerra por sí sola. Sería una misión suicida. Alguien tiene que cuidar tu espalda.
Necesitas un compañero de batalla. Lo mismo ocurre en las batallas espirituales que todos enfrentamos. No puedes ir a la guerra en  contra de los pensamientos lujuriosos, de la deshonestidad, de las adicciones y del temor, por sí solo. Estarás condenado al fracaso.  
Si todo lo que quieres es ser perdonado, reconoce tu pecado y quebrantamiento ante Dios. Si  quieres  hacer un cambio, hay que admitirlo a otra persona.  
El revelar tu pecado es el principio de la sanidad. No tienes que admitir tu pecado a todo el mundo. Pero necesitas admitirlo a alguien. Necesitas a una persona que te amé incondicionalmente, que te acepte totalmente y que ore por ti constantemente. Necesitas a alguien del mismo sexo con quien puedas abrirte y con quien puedas ser  honesto. 
La Biblia dice esto en Santiago 5:16, “Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.”
Cuando confiesas tus pecados a otra persona, puedes abrir la válvula de alivio y quitarte la presión.
A menudo el pecado es un ciclo. Comienzas con humildad pidiéndole ayuda a Dios, y Él te da el poder para hacerlo. Después de unos seis meses de éxito, comienzas a sentirte orgulloso. Luego, caes. Y en humildad, otra vez, le pides ayuda a Dios. Si pudieras permanecer en ese espíritu de humildad, sería bueno, pero el orgullo siempre regresa. 
No se puede romper ese tipo de ciclo sin amigos que oren  por ti, que te cuiden, que te animen  y que te mantengan en el camino. Cuando el éxito llegue, ellos te ayudarán a  mantener la perspectiva para que tu humildad se mantenga bajo control.
Por eso son tan importantes las iglesias locales. Pero puedes asistir a muchas iglesias durante años y nunca ponerte en una situación donde conozcas a otros y que seas conocido por otros. Haz el esfuerzo de encontrar un grupo pequeño de creyentes en una iglesia local, con quienes puedas ser abierto y honesto. 
Pensar que puedes dejar un mal hábito sin ser honestos sobre el mismo con los demás,  es simplemente escabullirse. Nunca funciona. Tú garantizas el fracaso cuando haces eso.
Reflexiona Sobre Esto
- ¿Qué pecado en tu vida necesitas confesar a otra persona?
- ¿A quién en tu vida le puedes confesar tu pecado?
- ¿Qué  te asusta acerca de revelar tu pecado a alguien más?

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