lunes, 5 de noviembre de 2012

La Naranja
 
 Un ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio defendiendo la inexistencia de Dios.   Después de haber finalizado su discurso, desafió a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma.

Un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su adicción a las bebidas alcohólicas, pero que había encontrado recientemente liberación y esperanza en Dios aceptó la invitación y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente. El conferencista le pidió que hiciera la pregunta; el hombre, continuó imperturbable pelando la naranja en silencio, al término de lo cual, se la comió.

Se volvió al conferencista y le preguntó: “¿Estaba dulce o agria?” “No me pregunte tonterías”, respondió el orador con señales evidentes de enojo; “¿Cómo puedo saber el gusto si no la he probado?”

Y aquel hombre regenerado por el amor de Dios respondió entonces: “Y ¿cómo puede usted saber algo de Dios, si nunca lo ha probado?”

 “Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios.” Romanos 14:11

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